Ruud Gullit fue durante los últimos años de la década de los 80 y la primera mitad de la de los 90 una de las grandes estrellas del extraordinario Milan de Arrigo Sacchi. Fue la extensión en el terreno de juego del técnico transalpino y el máximo exponente del futbol total que los blanquinegros exhibieron por todo el mundo.
Ese Milan lo ganó absolutamente todo; Scudettos, Copas de Italia, Supercopas de Italia, Ligas de Campeones (actual Champions League), Supercopas de Europa, Copas Intercontinentales... Su dominio era abrumador y su juego despertaba admiración en los cinco continentes.
Gullit era pieza clave en ese equipo en el que, entre otros, estaban Van Basten, Baresi, Rijkaard o Donadoni. El holandés podía jugar prácticamente en todas las posiciones y no era raro verlo jugar un partido de delantero centro, otro de centrocampista y al siguiente, actuar de lateral por lesión de algún compañero. Pero su mérito no fue jugar de todo, su gran mérito fue que todo, jugase donde jugase, lo hacía bien.
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